Hoy es Domingo de Ramos, momento para proclamar a Jesús, Hijo y Salvador como pilar fundamental e inquebrantable de nuestra vida, tal y como lo aclamó y recibió el pueblo de Jerusalén: Hijo de Dios y Rey.
Es el momento que marca el inminente fin de la Cuaresma, coincidiendo con el próximo Jueves Santo.
Los ramos de olivo y palma, que hoy portamos los cristianos, es signo de excelencia de la renovación de Fe en Dios. Símbolo de Fe en la Iglesia de Cristo Jesús, Rey del Cielo y de la Tierra.
Comenzamos un tiempo de descanso en Dios, ocasión propicia de recogimiento y momento perfecto para examinar nuestras actitudes como cristianos. Una nueva oportunidad se nos abre para comenzar a vivir en amor, armonía, reconciliación, reflexión y oración en comunión con nuestros hermanos en la Fe de Cristo, Jesús Nazareno.
Si la Semana Santa no es un tiempo de renovación espiritual y de acercamiento a nuestro propio yo más interno, donde seamos capaz de pensar en los aspectos importante y vitales para continuar creciendo y avanzando por las sendas de nuestros caminos hacia nuestra esencia, limpiando sanamente la maleza de nuestros egos que florecen y nos alejan del perdón, todo lo demás carece de sentido alguno.
Lo que más debe de relucir en nuestros cortejos procesionales es el brillo de nuestros corazones. Porque si ésto no es así, el rojo de pasión, el morado y oro, el luto y plata, envueltos en olor a incienso bajo magníficos sones musicales y custodiado por trajes de nazarenos acompañados por el negro radiante
de mantillas y junto al sudor de costaleros y cargadores, estaría carente del Amor que debemos procesar a nuestros hermanos y, por ende, contradictorio con el que pública y notoriamente, manifestamos a nuestros benditos y sagrados Titulares.
Preparado estoy yo ya. Fue una suerte haber nacido en unos valores cristianos y educado como cofrade y nazareno.
Porque solo depende de nosotros, hoy puede brillar nuestro corazón más que ayer, porque hoy podemos llegar a ser mejores personas de las que fuimos ayer.
Bendito el que viene en nombre del Señor: Hosanna, Hosanna, Hosanna.
Feliz Domingo de Ramos
