Antonio GallardoArtículos

Mi querida vecina Carmen


A Carmen, mi querida Carmen, tuve ocasión de conocerla con motivo de los graves problemas que han sufrido (y sufren) los vecinos de los ya tristemente célebres K8 (CA-08) de la Piñera, esos edificios de carácter social, que allá por el año 1952 se convirtieron en la piedra angular sobre la que se edificó el barrio y que hoy, más de setenta años después, son el testimonio sólido (es un eufemismo, porque se caen a trozos) de como personas y casas envejecen juntas sin remedio, tristemente solos y lo que es peor, con la burla ignominiosa de aquellos organismos públicos que debieron protegerlos, después de años de promesas a la cara, incumplidas sin ningún rubor (y sin ninguna sorpresa como ya es habitual).

La historia de Carmen, mi Carmen, es una de tantas que se forjaron entre los muros agrietados y carcomidos de una serie de hogares formados entre las paredes de estos viejos edificios, hoy recientemente revestidos de polímeros y pinturas baratas, para poder salir así del paso aquellos políticos falsos, que vendieron su alma en el 2019 por unos votos y en la esperanza de callar los últimos años de vida de sus envejecidos moradores, esperando que miren para otro lado y que “encajen el gol” que les marcaron junto a la sonrisa burlona de aquel artista del engaño, que hoy les esquiva y se esconde como ya es habitual en el personaje.

Carmen, es a sus ochenta años, una belleza de mujer con un pelo negro recogido en una estilosa coleta, unos grandes ojazos, propios de esa hermosa española de raza que inmortalizara nuestro insigne cordobés, Julio Romero de Torres en sus cuadros, ojos que son acompañados por una bonita sonrisa dibujada en su rostro y ya marcada a fuego en la piel por los años, es una mujer risueña, alegre con la gente, divertida con los vecinos y amigos, pero a mi no me engaña mi Carmen.

Cuando la miro a los ojos, éstos me devuelven discretamente tristeza, es una mirada profundamente melancólica que trata de ocultar una vida dura, azarosa en lo humano, con una prolífica familia a la que consiguió sacar adelante tras un titánico esfuerzo, como tantas otras familias de su barriada, la Piñera, una de las zonas de Algeciras mas castigadas por el desempleo, por la falta de atención desde el ayuntamiento a calles, acerados y basuras, con desagües malolientes, junto la existencia de maleza incontrolada, con muchísimas familias en riesgo extremo de exclusión social, sensación de inseguridad permanente, vandalismo y okupas, además de la escasez de equipamientos públicos de calidad, son cualidades que adornan el barrio de mi Carmen.

Es en éste entorno hostil y en ocasiones inhumano, en el que mi valiente Carmen al igual que tantísimos de sus vecinos, tuvieron que sacar adelante a toda una generación, aunque yo me atrevería a señalar que sería de justicia decir, dos generaciones (hijos y nietos).

¿ Y como se lo paga la “tutela publica” a mi querida Carmen ? te lo voy a decir, permitiendo que la UTE adjudicataria de los trabajos de rehabilitación y por lo tanto, la que se lleva los dineros públicos sin apenas control vecinal de la ejecución de sus trabajos, la dejase sin agua caliente durante varios meses, al desmontar su calentador de la pared del patio para “mal pintar” su edificio …

Eso es ser “profesionales” sin duda, pero sobre todo “humanos”, muy “humanos”. Permitir que una señora de mas de 80 años, que vive sola, deba asearse durante meses con “agüita fría” es de traca, un simple calentador …, anda, para que se espabile mi Carmen, supongo que será el mismo tratamiento para la edad que obreros y jefes de esos obreros, emplean habitualmente en sus casas, con sus esposas y madres, es evidente que les debe ir de maravilla y por ello, dijeron, ea, para mi Carmen también y oye, sin despeinarse ninguno.

Tranquila Carmen, se que sigues manteniendo la fe en la especie humana, que sigues sonriendo aunque algunos te metan el gol anteriormente comentado, aunque algunos (unos pocos por fortuna) quieran enriquecerse a costa de piratear y de burlarse de nuestros mayores, de reírse de ellos desde empresas de espabilados o desde administraciones publicas locales, unos por abuso y cara dura y otros por engaño continuado además de dejación de funciones en la tutela de los ciudadanos, propia de sus obligaciones, es más, creo que no hace mucho se comprometieron en un pleno municipal a darles a estos vecinos soporte técnico, jurídico y fiscal para evitar que les tomasen el pelo, pero sobre todo para no pelearse con la santa inquisición del siglo XXI, es decir Hacienda, pero como siempre y una vez más … si te he visto no me acuerdo.

Carmen, querida mía, sigue sonriendo inocentemente, vive con alegría al igual que tus queridos vecinos esa parte ya bien ganada por largos años de sacrificio y de renuncias en toda una vida, no dejéis nunca de ser nuestros entrañables abuelos, pero sobre todo, tratad de borrar esa sombra de tristeza en vuestros ojos en esa recta final que debiera ser la más bonita y tranquila de vuestra existencia, porque para luchar por todos vosotros, todavía quedamos mucha gente con agallas, no estaréis jamás solos, de eso que tomen debida nota los que deben hacerlo.

Un beso muy fuerte, mi querida Carmen.