La Promulgación de la constitución española de 1978 ha sido todo un éxito

Si hoy hiciéramos una gran pregunta pública y preguntáramos quién fue Emilio Attard, qué papel desempeñaron Gabriel Cisneros, Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, José Pedro Pérez Llorca, Manuel Fraga, Gregorio Peces-Barba, Miguel Roca Junyent y Jordi Solé Tura, y que labor realizó el Premio Nobel de Literatura en 1989, el gallego Camilo Jose Cela quizás nos quedemos anonadado con las respuestas obtenidas.
A veces, yo mismo, me considero lastimado por un sistema que creo grandes y formados profesionales, pero que nos alejó de la cultura general, aquella que nos consolida en conocimiento, sabiduría de vida y, en resumidas cuentas, en bienestar.
Hemos generado los mejores profesionales, técnicos y directivos sin lugar a dudas, pero quizás no sepan que Emilio Attard fue el que presidió, en agosto de 1977, la primera potencia que acuerda la confidencialidad de los debates, publicando más tarde en el Cuaderno para el Diálogo el borrador de nuestra actual Carta Magna.
Conocedores somos de alineaciones completas de equipos de fútbol, seguidores de cantantes y artistas mediáticos más allá de nuestras fronteras geográficas, pero ni por asomo nos produce la inquietud de indagar sobre los ponentes de nuestra actual Constitución, el papel decisivo que jugaron para nuestro actual bienestar democrático y el de generaciones venideras.
El nombre de Camino José Cela nos suena seguro, el que sepamos que fue el encargado de supervisar la redacción de los 169 artículos que conforman nuestra Carta Magna y, además, participó en varios de los debates previos a su aprobación.
Nuestra Constitución es las más extensas de la Unión Europea, frente a los 89 artículos de la francesa, los 146 artículos de la alemana y los 139 de la italiana. En su contra, es la menos reformada de Europa: nuestra Constitución ha sido reformada en dos ocasiones en sus 45 años de vida. La primera de ellas, en el año 1992, para conceder el sufragio universal a los extranjeros y la segunda, en 2011, para cumplir con el requerimiento europeo de la estabilidad presupuestaria. Frente a estas dos modificaciones, están las más de 50 reformas de la Constitución alemana, las 37 de la italiana y las 7 reformas de la Constitución portuguesa.
Hoy, día gris y lluvioso, quizás sea buen momento para aprovechar e ilustrarnos un poco más de nuestra Carta Magna, Sería una de las mejores formas que tendríamos de festejar su gran importancia en nuestra forma diaria de vida. Cada 6 de diciembre se conmemora el texto constitucional progresista de más larga duración en la historia de España: las Constituciones de 1837 y 1931 tuvieron ocho años de vida cada una. Las calificadas como conservadoras han durado más: la de 1876, artífice de la Restauración, pervivió durante 47 años y la de 1845 estuvo vigente durante 24 años.
Paraguas en la mano y bien abrigados, debemos afirmar que nuestra actual Constitución de 1978 ni es infalible contra la tempestad, ni debemos hacer borrón y cuenta nueva. Tanto los que confiamos plenamente en nuestra Carta Magna como los que no lo manifiestan tanto deberíamos hojearla y sumergirnos en sus 18.000 palabras que la componen, donde las más repetidas son Ley, Constitución y Congreso, que se repiten 215, 150 y 54 veces, respectivamente.
Leyéndola detenidamente, veremos como en la propia Constitución está previsto que pueda ser modificada, siempre siguiendo unas reglas marcadas, y atendiendo en la medida que sea necesaria su adaptación a los naturales cambios que se vayan produciendo en la sociedad.
La promulgación de la Constitución Española de 1978 ha sido todo un éxito.
Porque nada es para siempre, todo cambia. El sol nos alumbrará alejándonos de los fríos días grises: Feliz día de nuestra Carta Maga.
