Entre humo, sanciones y contradicciones

[random_content group_id=»101″]

La nueva norma contra el tabaco ha levantado polémica: prohíbe fumar a los menores, sanciona a los padres si sus hijos lo hacen y veta el consumo en terrazas. Una triple jugada que merece detenerse a pensar.

Empecemos, prohibición a menores a fumar.y sanciones a padres. Entiendo la intención: se busca que las familias se impliquen en evitar que los adolescentes fumen. Pero, ¿de verdad es justo multar a un padre porque su hijo de 15 años, a escondidas, decide encender un cigarro con los amigos? Quien haya criado a un adolescente sabe que no siempre se puede vigilar todo. Claro que la educación es clave, pero transformar la responsabilidad en sanción económica me parece más castigo que ayuda.

Luego están las terrazas. Aquí se abre otro melón: el de la hostelería. Para muchos bares y restaurantes, las terrazas son su pulmón económico, y una parte de la clientela va precisamente porque puede fumar al aire libre. Con la prohibición, algunos clientes se marcharán y eso es un golpe al sector. Dicho esto, tampoco se puede negar que quienes no fuman lo celebrarán: menos humo, menos olores y espacios más agradables para familias y niños. El dilema está servido: ¿ganaremos en salud lo que perderemos en consumo?

Y aquí viene la gran contradicción. Si el tabaco es tan dañino, si no puede estar en manos de menores, si no puede fumarse ni siquiera en una terraza al aire libre… ¿por qué no se prohíbe su venta de una vez? La respuesta es incómoda pero obvia: los impuestos al tabaco son una fuente de ingresos gigantesca para el Estado. Se trata de esa doble moral tan nuestra: se legisla contra el humo, pero se recauda gracias a él.

[random_content group_id=»102″]

En definitiva, la norma tiene puntos positivos, sobre todo en la protección de los más jóvenes y en la creación de espacios más limpios. Pero también tiene sombras: un exceso de control sobre las familias y una nueva carga para los hosteleros. Quizá lo que falta no son más prohibiciones, sino más coherencia. Porque mientras el tabaco se venda en cada esquina, seguiremos atrapados en este juego de sanciones, prohibiciones y contradicciones.

Tambien te puede interesar: