La Inmaculada Concepción, una identidad que no deberíamos olvidar

Articulo de Opinión. Juan Francisco Pereira Casas

En un tiempo en el que los símbolos colectivos se desdibujan y las raíces culturales parecen negociables, resulta oportuno volver la mirada a uno de los pilares espirituales e históricos que han marcado la identidad de España: la Inmaculada Concepción. No se trata solo de un dogma católico proclamado por el papa Pío IX en 1854 mediante la bula Ineffabilis Deus. Es, sobre todo, un elemento profundamente tejido en la historia, el arte, la sensibilidad y la cohesión del país.

Conviene recordar que, según la doctrina católica, la Inmaculada Concepción afirma que María fue preservada del pecado original desde el primer instante de su existencia. Para muchos, esta idea puede parecer hoy remota o estrictamente teológica. Pero su impacto va mucho más allá del ámbito religioso. No solo lo abrazamos: lo defendimos, lo celebramos y lo convertimos en seña de identidad siglos antes de que Roma lo definiera oficialmente.

Mientras en otros lugares el debate teológico se prolongaba, en las universidades españolas, Salamanca, Valladolid, Alcalá, se exigían juramentos públicos de defensa de la Inmaculada. Fue una convicción popular, académica y política. En 1760, a petición de las Cortes de Castilla, el papa Clemente XIII la declaró patrona de España, confirmando oficialmente lo que ya era un sentir nacional.

Incluso la historia militar del país está impregnada de este símbolo. El Milagro de Empel de 1585, un episodio que los Tercios atribuyeron a la intercesión de la Virgen, marcó para siempre su vinculación con la infantería. Tres siglos después, su patronazgo se extendió a la Guardia Civil, el Estado Mayor, el Cuerpo Jurídico y otros cuerpos militares. No hablamos solo de fe, sino de tradición, memoria y cohesión institucional.

Basta un paseo por cualquier museo español para descubrir que la Inmaculada no es únicamente un concepto religioso: es un patrimonio estético. Murillo, Velázquez, Zurbarán… todos interpretaron su figura y contribuyeron a forjar una de las iconografías más reconocibles y universales del arte español. La Inmaculada que todos imaginamos, vestida de blanco y azul, elevada sobre una luna creciente, es una creación cultural española exportada al mundo.

Y también forma parte de la cultura popular: pocos saludos han sido tan identitarios como el clásico “Ave María Purísima”, “Sin pecado concebida”. No hace falta ser creyente para reconocer su carga histórica.

Vivimos en una sociedad que, en ocasiones, padece una amnesia de su propio relato. La Inmaculada Concepción representa una idea que no deberíamos perder: la convicción de que la gracia, la bondad y la transformación son posibles incluso en contextos oscuros. Independientemente de la fe personal, el mensaje cultural es claro: la humanidad, y nosotros mismos, no estamos condenados a repetir nuestros errores; podemos renovarnos.

Además, la Inmaculada recuerda la importancia de valorizar lo propio. España dedicó siglos a defender una verdad que consideraba esencial para su alma colectiva. Cuando en 1854 Roma proclamó el dogma, simplemente reconoció una realidad viva en el país desde hacía generaciones.

Adentrándonos un poco más allá de una Solemne Función Religiosa, los días próximos a su festividad debería invitarnos a revisar nuestro sentir común. La Santísima Virgen de la Inmaculada Concepción forma parte del imaginario que, en el devenir de los tiempos, ha dado unidad, inspiración y belleza a la toda la vida de un pueblo. La Purísima, no es una reliquia del pasado; es un espejo en el que aún podemos encontrarnos.

El mundo va cambiando , y mucho, pero siempre precisamos de referentes que iluminen y unan. Fue la Santísima Virgen Inmaculada, la primera procesión que se llevó a cabo en la ciudad de Algeciras, tras el levantamiento de las normas restrictivas y que así lo prohibían, tras las devastadoras consecuencias de la pandemía del covid 19.

Poner en valor la cultura, la historia y la espiritualidad de la Virgen Inmaculada no es un ejercicio de nostalgia: es un acto de memoria inteligente.

Hoy, a partir de las 20:00 horas, procesionará la Santísima Virgen de la Inmaculada por las calle de la feligresía del Templo Mayor de la Ciudad, Santuario de Ntra. Sra. de la Palma.

Que la humildad y el Amor de la Purísima Inmaculada penetre en nuestras Almas, Mater Dei.

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