A solo dos meses del acuerdo alcanzado entre Reino Unido y la Unión Europea —con la participación directa de España— sobre el nuevo estatus de Gibraltar tras el brexit, todo está ya pendiente de un último paso político. La esperada reunión de septiembre entre el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y el primer ministro británico, Keir Starmer, podría sellar definitivamente un pacto que pone fin a más de tres siglos de tensión, desde el Tratado de Utrecht de 1713.
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Mientras tanto, a ambos lados de la frontera, la expectativa es máxima. Más de 50.000 personas cruzan a diario La Verja, y son precisamente ellas las que más directamente sentirán el impacto de este acuerdo. El Campo de Gibraltar y Gibraltar aguardan el inicio de una nueva etapa que redefinirá no solo las relaciones diplomáticas entre Madrid y Londres, sino también la vida cotidiana en localidades como La Línea de la Concepción, Algeciras o la propia colonia británica.
Uno de los aspectos más significativos del acuerdo es la eliminación de la verja física como frontera tradicional. En su lugar, los controles del espacio Schengen se trasladarán al puerto y aeropuerto de Gibraltar, y serán gestionados por fuerzas policiales españolas en territorio gibraltareño, algo hasta ahora inédito. Esta medida supone un paso simbólico y práctico hacia una frontera fluida, moderna y europea, que facilitará la movilidad y fomentará el crecimiento económico y la cooperación entre ambos lados.
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El pacto contempla además la entrada de Gibraltar en el área Schengen en régimen especial, lo que garantizará la libre circulación de personas, al tiempo que se establecerán mecanismos conjuntos de cooperación aduanera, fiscal y de seguridad.
Desde instituciones, colectivos sociales y empresariales del Campo de Gibraltar, se espera que el acuerdo definitivo sirva para dar estabilidad a la zona y abrir una etapa de confianza mutua y desarrollo compartido.